Elena Bargues

Santander

Se citan varios sitios en la novela de los que quedan escasos vestigios: el fuerte de San Felipe (foto de la izquierda), la catedral, el palacio de Riva-Herrera, que ya tiene su apartado, y el convento de San Francisco, que se ubicaba donde hoy se levanta el ayuntamiento de Santander.

El convento de San Francisco fue empleado durante la invasión francesa como cuartel la parte posterior, situada al norte, y la zona de claustro, al sur, como oficinas y hospital, junto con el convento de Santa Clara.

La definitiva secularización del complejo –a excepción de la parroquia de San Francisco, al sureste del mismo– llega mediante el decreto de desamortización de 1836 dictado por Mendizábal.

A raíz de la desamortización, el convento pasa a acoger de inmediato un gran número de oficinas públicas que se sitúan en torno al claustro, reservando la parte posterior, al norte, como cuartel.

Esta acumulación de organismos en un mismo espacio de dimensiones no especialmente grandes demuestra la acuciante necesidad de espacio que padecen en estos momentos las distintas administraciones: aparte del cuartel, en 1880, se reúnen bajo su techo la Diputación Provincial, la Escuela de Artes y Oficios, la Audiencia Pública, un cuartelillo de la Guardia Civil y la Administración de Correos.

De ahí que los santanderinos inicien las gestiones para construir un cuartel aparte para albergar las tropas.

Elena Bargues