La pequeña burguesía negra en el siglo XIX.
A mediados del siglo XIX, aunque prevalecía el régimen esclavista, ya existía en la Isla un grupo de criollos de origen africano que formaban la pequeña burguesía negra, compuesta por libertos. La mayoría de ellos eran artesanos, oficio que al parecer controlaban: zapateros, sastres, peineteros, funerarios, capataces, sastres. Francisco de Paula Uribe fue uno de los más famosos sastres que tuvo La Habana y contaba en su clientela con los más importantes y ricos personajes de la capital. Y aunque parezca increíble, era considerado uno de los más grandes dueños de esclavos, entre los de su clase.
No fue el único. El moreno José Agustín Ceballos dirigía la mayor cuadrilla del Muelle de la Contaduría con 160 jornaleros. Ser capataz de muelle era una posición privilegiada que producía ingresos elevados que le permitían comprar casas y esclavos. Llevaba una vida de ostentación, con esposa y varias amantes. Una de las mejores agencias funerarias, que contaba con dos locales en la ciudad, era propiedad de un pardo, Félix Barbosa. Sus servicios eran utilizados por toda las capas de la población habanera, incluyendo militares y eclesiásticos, ya que su negocio era considerado de primera clase.
También destacaron en la literatura, como Gabriel de la Concepción Valdés «Plácido», de origen humilde y expósito de la casa cuna.
En la pintura encontramos a Vicente Escobar y Flores que llegó a ser Director de la Academia de Dibujo de San Alejandro a pesar de su color. Su familia llegó a acumular una gran fortuna y prestigio por sus acciones en la Milicias Habaneras. Fue nombrado Pintor de Cámara por María Cristina, la Reina Regente, y se le otorgó el título de alumno de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.
En música destacó el violinista, compositor y director de orquesta negro Ulpiano Estrada, director de una famosa orquesta de la capital, que tocaba magistralmente el minuet de corte. La cantante negra María Gamboa, que actuó en 1851 en Madrid, París y Londres, donde fue muy aplaudida y elogiada. Se le conocía como la Malibrán Negra y estaba casada con un oficial, Mariano Martínez, de Sevilla.
En La Habana había doce parteras y siete de ellas eran de origen africano. En la Academia de Parteras, donde se cursaban estudios por dos años para la obtención del título, existía un numeroso alumnado de color, el cual recibía sus clases los sábados, a diferencia de las de raza blanca, que asistían los miércoles. Hubo maestras, como Juana Pastor, a la que se le autorizó licencia para establecer una Escuela de su color y sexo.
Fueron comunes los enlaces matrimoniales entre familias de color de la misma clase, con propiedades y un mayor nivel económico: poseedores de casas, esclavos, dueños de negocios y rangos militares. Seguían las pautas trazadas por la burguesía colonial blanca para constituir una clase favorecida dentro de su propio grupo.
Fue admirable la actitud del hacendado español Esteban Santa Cruz, que a sus hijos, tenidos con esclavas, los envió a estudiar a los Estados Unidos, acompañados por secretarios para su mejor desenvolvimiento en ese país. O la audacia de la negra Rosario Neyra, que en 1762 ya era dueña de un Ingenio, heredado de su padre Juan Gregorio Neyra, considerado como el moreno más rico en la primera mitad del siglo XVIII.
La presencia de un gran número de individuos de color en situación económica ascendente fue motivo de preocupación para el régimen esclavista. Con la llegada del general O’Donell y su nombramiento como Capitán general y Gobernador de la Isla, todo cambió.
En 1844, su gobierno, respondiendo a las presiones de terratenientes, traficantes de esclavos y militares, comienza una represión sangrienta contra la población de color que se llamó la Conspiración de la Escalera, donde murieron más de trescientas personas, fueron encarceladas más de seiscientas y expulsadas de la Isla otras cuatrocientas: la pequeña burguesía libre de origen africano constituía un mal ejemplo para los esclavos.
Entre los fusilados estaban el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, el dentista Andrés Dodge, el rico propietario Santiago Pimienta y el violinista y Director de orquesta José Miguel Román…
La represión contribuyó a que la división entre criollos morenos y peninsulares se ahondara y surgiera «el miedo al negro».
CUBA EN LA MEMORIA 27/02/2016
Diana Fernández González