Elena Bargues

Las guerras cubanas en el siglo XIX.

1ª Guerra de los Diez Años (1868-1878).

Comenzó la noche del 9 al 10 de octubre en la finca Demajagua en Manzanillo, que pertenecía a Manuel Céspedes, al Grito de Yara.

Se desarrolló en la parte oriental de la isla y concluyó con la Paz de Zanjón sin conseguir la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud, por lo que grupos aislados continuaron luchando.

2ª Guerra Chiquita (1879-1881).

Careció de trascendencia porque los jefes revolucionarios se hallaban exiliados, pero evidenció que el problema no había sido solucionado.

3ª Guerra Necesaria (1895 a 1898).

Parte de un planteamiento más organizado y con los líderes presentes: Maceo, Martí, Máximo Gómez, Calixto García. Al Grito de Baire el 24 de febrero, se produjo una insurrección en toda la isla. En la República Dominicana, José Martí redactó el Manifiesto de Monte Cristi, en el que explicaba la necesidad de independencia de las colonias e instigaba al levantamiento. Con la experiencia de la anterior guerra, concibieron la nueva en una sucesión de campañas. Se encontraban en tablas cuando la intervención de Estados Unidos inclinó la balanza del lado de los insurrectos.

Estados Unidos no había reconocido a los rebeldes cubanos para evitar que el gobierno español dejara de proteger las inversiones norteamericanas en la isla caribeña, que alcanzaban el valor de 50 millones de dólares. Madrid era su garantía. Pero a comienzos de 1898, los sucesos se precipitaron. Dos accidentes actuaron como detonantes. El primero tuvo lugar cuando trascendió públicamente una carta del embajador español en Estados Unidos en la que se refería en malos términos al presidente McKinley. El segundo fue la extraña explosión del barco a vapor Maine en la que murieron 260 marinos norteamericanos

Por el Tratado de París, España renunció a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que realmente significó dejar el campo expedito a la intervención y ocupación por parte de los Estados Unidos. La exclusión de los representantes de las tres colonias evidenció el ánimo colonialista de los Estados Unidos.

Elena Bargues