Elena Bargues

Foto: Carlista. Pintor: Ferrer-Dalmau

Las guerras carlistas

Carlistas. Pintor: Dalmau-Ferrer

Carlistas. Pintor: Ferrer-Dalmau

La primera guerra carlista (1833-1839) arrancó al principio del reinado de Isabel II. El pleito dinástico-ideológico que dejó Fernando VII a su muerte fue el origen. Los seguidores de Carlos, el hermano del rey difunto, se negaron a reconocer a su hija Isabel como sucesora del trono. La zona geográfica en la que se asentó fue desde las provincias vascongadas hasta el Maestrazgo. Es una guerra de carácter rural, mientras que las ciudades permanecieron leales a la reina. La actuación de las fuerzas carlistas estuvo más en la línea de las guerrillas. Cuando alguna expedición se internó hacia el centro de la península resultó un fracaso por el escaso apoyo que tuvo fuera de los límites norteños.

La muerte de Zumalacárregui en el sitio de Bilbao y el empuje del ejército cristino, con el general Espartero al frente, obligaron al general Maroto a llegar a un armisticio con el general Espartero: el abrazo de Vergara.

A cambio de su rendición se reconocieron los grados y empleos de los vencidos y el compromiso de mantener los fueros. Cabrera resistió en Morella hasta 1840.

Con esto finaliza la primera guerra carlista y la consecuencia del armisticio fue la escisión de los carlistas. Muchos de ellos se exiliaron en Francia a la espera de tiempos mejores.

La segunda guerra carlista (1846-1849) surgió cuando la reina Isabel contrajo matrimonio con Francisco de Asís, rechazando al pretendiente carlista en el que habían cifrado sus esperanzas. Fue una guerra que duró tres años y se limitó a la zona catalana.

La tercera guerra carlista (1873-1876) comenzó en el norte y, como en la primera, se extendió rápidamente a otros territorios, sobre todo Cataluña. Tras una falsa alarma durante el verano de 1872, Carlos VII reorganizó sus fuerzas y en diciembre de 1873 regresó a España e implantó un estado federal con capital en Estella. Restauró los antiguos Fueros abolidos por Felipe V, lo que le proporcionó suficientes seguidores. Sin embargo, Bilbao volvió a resistirse como durante la primera guerra. En Cataluña se impuso el general Martínez Campos y concluyó la resistencia catalana con la toma de Olot en 1875. La guerra terminó con la caída de Estella en 1876 y la huída del Pretendiente a Francia.

Elena Bargues