Sobre las fuerzas navales sutiles españolas en los siglos XVIII y XIX.
Carlos Martínez-Valverde, contralmirante. (No es textual).
Siempre fueron utilizadas en la guerra marítima las embarcaciones pequeñas, convenientemente armadas según la misión que debían desempeñar, operando con mayor o menor protección, a veces sin ninguna, de buques mayores: lo pequeño pasa desapercibido del enemigo hasta el momento del contacto, permitiendo acercarse al objetivo para herirlo con mayor contundencia.
Esas embarcaciones, manejadas con audacia, podían meterse en sitios de paso imposible para buques mayores y navegar por aguas someras, es decir, eran más sutiles, de ahí el nombre. Las embarcaciones menores de los buques con gente armada sirvieron de apoyo para los abordajes, simultaneando la acción con las naves mayores.
En los puertos se artillaban embarcaciones con otros usos, como el barqueo con tierra o la pesca, en los momentos de peligro; o bien, se construyeron especialmente para esa fuerza sutil, que fue revelándose eficaz en los ataques nocturnos. Así surgieron las lanchas cañoneras, ideadas por Barceló, para el ataque a Gibraltar. Los franceses las llamaron «flotillas a la española». Estas destacaron en la defensa de los puertos.
De ahí que entre las fuerzas sutiles hubiera una gran variedad de embarcaciones, aunque reunían las cualidades de buena maniobrabilidad, combinar velas y remos, con uno o dos cañones de 12 a 24 libras, obuses de 20 libras. Las fuerzas sutiles fueron imprescindibles en nuestra historia naval.