Son seres bondadosos que ayudan a la gente necesitada o afligida. Viven junto a fuentes y ríos, pasean por las sendas de los bosques, descansan en las orillas de los arroyos que parece que cobran vida. Conversan con las aguas que manan de las fuentes y manantiales. Ayudan a los animales heridos, a los árboles partidos por las tormentas, a los enamorados, a los que se extravían en la frondosidad del bosque o bajo el rigor de una nevada, a los pobres y a los que sufren. Guardan magníficos tesoros que a menudo usan para tentar y castigar a los codiciosos o para favorecer a los más humildes o desfavorecidos de buen corazón. Pero también hay anjanas malvadas, si bien su poder suele ser neutralizado por las bondadosas.
La anjana recibe diferentes nombres según las zonas: xanas, en Asturias y León; las lamias o las mouras, en Galicia; Mari y Mairu, en el País Vasco.