«La regata no había estado mal. Habían quedado en segundo lugar y se habían gritado las órdenes a placer, desahogando la rutina de la semana, las frustraciones, el estrés. Otros iban al fútbol, ellos al barco; y luego, después de insultarse, tan amigos, porque lo del barco no tenía nada que ver con la vida privada. Habían cerrado bien todo y Pedro estaba rociándolo con un buen manguerazo de agua dulce, mientras los demás esperaban en el pantalán con el equipaje.»
«Teo se quedó observando el Alios, un velero de Jeanneau de más de nueve metros de eslora y tres con treinta de manga. El palo alcanzaba los doce metros y sólo el spi contaba con una
superficie de ochenta metros cuadrados.»
«—No volveremos a buscar un sponsor, seremos independientes —anunció a la tripulación, mientras se retiraban hacia La Boya de Raos.»