La acción transcurre en la ciudad de Santander en el año 1876. En febrero de 1941, la ciudad, durante un día de viento sur, sufrió uno de los peores incendios que se recuerdan en la historia. Asoló el centro histórico y quedaron en pie los edificios de piedra como la catedral, la iglesia de la Compañía y el Instituto de Santa Clara, que se citan en la novela.
Perdura, asimismo, la calle del Puente, aunque ya no existe el puente que diera lugar a la designación, que partía de la Plaza Vieja, cruzaba lo que hoy día es la calle Calvo Sotelo y llegaba hasta la torre de la catedral, que conserva el pasadizo por debajo de la torre para acceder a la actual plaza del Obispo, que sustituye a lo que fuera el inicio de la Rúa Mayor.